Cine Soviético llega al Cine Club ULagos de la mano de Sergei Eisenstein
Campus Osorno
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“La Huelga” (1925) se exhibe este jueves 2 de mayo a las 18:30 horas en el Aula Magna de la Universidad de Los Lagos, Campus Osorno.

Unión Soviética, 1925. En medio del fervor revolucionario, un joven cineasta se abría paso con su primer largometraje y de inmediato provocaría un cambio radical en la manera de entender el séptimo arte. Sergei Eisenstein introduciría con “La Huelga” el concepto del montaje cinematográfico como constructor de sentido artístico y marcaría el mayor hito del cine hasta ese momento.

Como parte de su ciclo de cine clásico, en el cual rinde tributo a los grandes directores, el Cine Club de la Universidad de Los Lagos exhibirá este jueves 2 de mayo “La Huelga” de Sergei Eisenstein a las 18:30 horas, la que es considerada una de las obras maestras del cine universal.

El cine soviético no sólo se caracterizó por utilizar técnicamente el montaje en la construcción de un nuevo sentido. Para Eisenstein “nuestro cine no sólo es original por su forma, sus recursos o su método. Forma, método o recursos no son más que el resultado de la particularidad principal del cine nuestro. Nuestro cine no es un medio de pacificación sino una acción de combate. Nuestro cine es ante todo un arma cuando se trata de un enfrentamiento con una ideología hostil y, ante todo, es una herramienta cuando está encaminado a su actividad principal: influir y transformar”.

Esto iría en línea con la propia concepción de Lenin sobre el cine: “De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante. El cine debe ser y será el principal instrumento de cultura del proletariado”. En otro momento diría: “Si el pan sirve para alimentar el cuerpo, el arte teatral y cinematográfico deben convertirse en el alimento del espíritu, porque el pueblo tiene derecho a contar con un arte cuya sustancia sea una constante búsqueda de la verdad y la belleza”.

De esta forma el cine soviético se desarrollaría con fines propagandísticos, siendo los primeros en utilizarlos con este fin, y de la cual el propio Eisenstein dejaría otros clásicos como “El acorazado Potemkin” (1925) y “Octubre” (1928).

Publicado por: Diego Gerter