Laura Albornoz y el movimiento feminista – entrevista
Campus Osorno
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Laura Albornoz Pollmann, es abogada y académica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, uno de los epicentros de las tomas feministas de mayo del 2018 por denuncias de acoso sexual. Es Ex ministra del Servicio Nacional de la Mujer en el primer Gobierno de Michelle Bachellet, fue presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres y la primera mujer en ser parte del directorio de la empresa minera estatal, Codelco. Esta militante del partido Demócrata Cristiano, llegó a la ULagos invitada por el Programa de Estudios de Género y la Mesa de Género para la conferencia “El día después de la movilización feminista: los necesarios cambios culturales en el entorno universitario”. La exposición aportó su visión como ex autoridad de gobierno, como jurista, como integrante de un espacio de poder masculino como es el directorio de Codelco y como académico de la casa de Bello, incorporando su perspectiva de cara a la implementación del nuevo Reglamento de Actuación frente a denuncias de acoso sexual, discriminación de género u hostigamiento por ambiente sexista en ULagos.

 

El tema del acoso sexual entre personas del mismo género no ha entrado fuerte en el debate. Se habla de hombre/mujer, por un asunto histórico de relación de poder pero la diversidad sexual está un poco representada en el debate.

Con mucha dificultad hemos logrado reconocer la diversidad de género para siquiera tener desarrollo respecto de la violencia o los tipos de acoso que se pueden dar entre personas del mismo género. Recuerdo este debate a propósito de la aplicación de la ley de femicidio cuando en una pareja de lesbianas una asesinó a la otra y se debatió si había o no femicidio. Lo que hubo que determinar por los expertos es si efectivamente entre ellas había estereotipación de roles, si una de ellas había asumido un rol más masculino o más femenino conforme al binomio que nosotros manejamos; la visión heteronormativa que ha existido, androcéntrica, pero por sobre todo binaria es un cerco sobre el cual no logramos avanzar. Hemos logrado reconocer el derecho de las personas homosexuales a contraer pactos de unión civil, pero no se ha reconocido la filiación homo o lesboparental. Hemos tipificado el femicidio respecto de la violencia que existe sobre la mujer entendiendo que en una pareja de dos hombres no hay mujer pero habría relaciones de género abusivas igual. En el caso del femicidio hay una condicionante, en el código penal se especifica que si el asesinato de la pareja se hace en razón de la desigualdad de género, habrá femicidio, si uno quisiera extrapolar esto al acoso sexual uno pudiera decir que cualquier conducta de un superior jerárquico o de un compañero (hombre o mujer) que suponga un requerimiento de carácter sexual y que signifique un sometimiento o un menoscabo o una disminución de las oportunidades laborales o estudiantiles constituye acoso sexual y uno podría aplicar la normativa. Normativa que existe solamente para el contexto laboral ya que el contexto académico no está regulado.

Usted comentaba en su exposición que frente a situaciones de acoso hay un alto porcentaje de mujeres que se retiran de sus trabajas o de los cargos de poder porque hay una presión sobre su sexualidad. ¿Por qué la sexualidad como instrumento para perpetuar el sometimiento?

Si analizas la situación actual en el mundo, respecto de los conflictos armados, la principal arma de guerra no son las metralletas: es la violación. El arma más eficiente es el embarazo forzoso. Es ocupada incluso en nuestra propia región: en el conflicto armado en Colombia, en la situación con el narcotráfico en México. El cuerpo de las mujeres y su sexualidad ha sido utilizada como herramienta mucho más eficiente que las propias balas, esto lo dice Naciones Unidas. Es parte de la historia de la humanidad, que ha sido construida en base a la predominancia de un género, identificado con lo masculino, que ha concentrado la riqueza, el poder y la construcción de la historia. Lo que resulta interesante en este momento de desarrollo histórico es analizar cuál es el nuevo paradigma de una nueva humanidad construida sobre distintas bases. El colectivo feminista hoy está pidiendo que se desarme la estructura patriarcal que existe en Chile y que se reconstruya sobre bases mínimas de igualdad.

¿Este nuevo sentido común es una asexualización del espacio público?

Esa es una muy buena frase. A la gente no le gusta hablar de sexo. El tropiezo que produce el debate sobre el aborto libre tiene que ver con que la mujer pueda decidir qué van a hacer con su cuerpo, que no sea un objeto que está a disposición.

El embarazo como castigo por una sexualidad ejercida…

En el debate de la interrupción en tres causales – ley que cumple un año el 23 de septiembre – el debate era si debíamos preguntarle al engendrador si la mujer podía o no abortar, incluso al violador se llegó a plantear. Hay que recordar que hasta el año 1953 el Código Penal chileno, establecía que si un hombre violaba a una mujer y luego se casaba con ella, no tenía responsabilidad penal, y hasta hoy día la violación y los delitos sexuales están en el capítulo que habla de los atentados contra la honra, no de afectación física y psicológica del ser humano.

¿Qué pasa con la expresión de la sexualidad femenina en este nuevo sentido común que está en construcción?

Partimos desde el principio de que todo ser humano es capaz de discernir y expresar su voluntad, salvo aquellos que la ley declara como incapaces, yo creo que incluso respecto de ellos la ley ha sido discriminatoria, está en debate respecto de la Convención de Naciones unidas sobre los derechos de la las personas con discapacidad. Esto tiene que ver con que la mujer ha sido considerada una ciudadana de segunda categoría en la legislación y en el espacio público, mientras esto sea así, no le va a estar permitido tomar decisiones respecto de lo que haga. Si uno analiza todas las reformas legales que se llevaron adelante bajo la proyección de la agenda de género, vemos que han tenido que ver con otorgarles a las mujeres derechos que están asociados a la reproducción del estereotipo, de su rol tradicional. ¿Cuánto nos ha costado sacar la ley de cuotas? ¿Cuánto nos ha costado sacar la ley de derechos sexuales y reproductivos? Esos derechos les han sido vedados a las mujeres y los derechos que se les han otorgado son aquellos que refuerzan el rol tradicional de la madre procreadora, reproductora de la especie: amamantamiento, fuero maternal, violencia intrafamiliar – que el año 94 constituía solo una falta – todas esas figuras son para proteger el rol de madre en familia, pero cuando ha llegado la hora de hablar de los derechos políticos, civiles o la autonomía reproductiva sobre su propio cuerpo, es que se genera debate en Chile. Hoy tenemos a todos los parlamentarios debatiendo sobre si las mujeres somos lo suficientemente aptas o no para tomar decisiones. Plantean que si se legaliza el aborto, las mujeres van a empezar a tener relaciones sexuales y practicarse abortos a diestra y siniestra. Eso es un nivel de ignorancia, de desprecio hacia la mujer en el propio debate.

Hay una reacción ante el movimiento feminista que dice “ya está bueno” “que no se les pase la mano”, “para que quieren derechos que ya tienen” “ya no se les puede decir nada a las mujeres porque todo es acoso”, se está construyendo un discurso reactivo.

Algunas llaman a eso los micromachismos, pero no son tan micro, esa es la resistencia pura. Entiendo que hay resistencias muy duras, las vivimos las mujeres que estamos en el espacio de lo público todos los días. Este es un debate conceptual que está en construcción, para el bien de nosotras que aún tenemos mucho espacio para crecer a diferencia del sistema patriarcal que tiene muy poco espacio para ser creíble, creo que va en franco retroceso. Tengo la sensación que vivimos un debate muy interesante en Chile, y en el cono sur porque el mismo debate se está dando en Argentina y me parece muy importante para el desarrollo de la humanidad y en particular para el desarrollo de la sociedad chilena. Es un debate del cual no nos podemos restar. Me parece que es poco intelectual que en el ámbito académico alguien se niegue a debatir sobre estos temas, estaríamos en un nivel de mediocridad absoluta en las universidades estatales chilenas si en espacios cotidianos, en clases, este tema no fuera debatido, siendo que paralizó Chile en el mes de mayo.

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Publicado por: Natalia Araya Raccoursier