Pamela Fernández Subiabre, Pablo Leal Sandoval y Luis Henríquez Antipa nacieron en tres extremos distintos del país, en Punta Arenas, Santiago y Osorno, respectivamente. Pero tienen en común el haberse adjudicado una Beca Chile para estudiar en un programa de doctorado, en una universidad de primer mundo. Asimismo, coinciden en que provienen en un 100 por ciento de la educación pública, terminaron su educación media en liceos y luego optaron por Biología Marina en la Universidad de Los Lagos. Además, son primera generación en la universidad, estudiaron con crédito y/o becas, trabajan como ayudantes de investigación en el Centro I-Mar y no hablaban inglés antes de adjudicarse la beca.
El camino hasta el doctorado ha sido bastante largo y por supuesto, no exento de dificultades para quien no las tiene todas consigo. “Yo no pensaba realmente que pudiera llegar a la universidad. Estudié en el Liceo Industrial de Puente Alto y no creí que el puntaje de la PAA me daría para entrar. Tampoco sabía nada de becas o créditos. Lo único que tenía era interés por la ciencia, pero estudié en el industrial para tener algo seguro”, relató Pablo Leal, quién acaba de ganar la beca para estudiar un doctorado en la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda.
Pablo relató que siendo su papá maestro carpintero y su mamá asesora del hogar, tomó el camino universitario más por iniciativa propia que por presión familiar. No obstante, siente que sus padres lo apoyan aunque ahora no entienden bien por qué el hijo parte tan lejos. “Con esto de la beca tienen una mezcla de sentimientos porque por una parte, están contentos, pero por otra, me preguntan porque tenía que ser Nueva Zelanda”, dijo.
Algo parecido le ocurre a Pamela. Que al igual que Pablo entró el año 2002 a estudiar Biología Marina en Osorno y su entorno cercano le cuestiona el hecho de haberse dedicado al trabajo científico. “Mi familia se pregunta por qué no hago algo que me de más plata. Y es difícil explicar porqué me dedico a esto, para lo cual uno debe cambiar sus prioridades, postergar el comprarse una casa, un auto o tener hijos para hacer ciencia. Pero lo único que siempre tuve claro fue mi interés por desarrollar la investigación. Para eso fue fundamental que en la clase de microbiología la profesora Mariam Hernández me hablara de la posibilidad de entrar al Centro I-Mar a trabajar como ayudante de investigación. Finalmente, pude hacerlo con el profesor Daniel Varela y de ahí en adelante nunca he parado”, explicó la joven.
La vocación por la ciencia, es algo que los tres jóvenes siempre tuvieron presente, pese a que su entorno cercano no era muy favorable. Luis – al igual que Pablo- estudió en un Liceo Industrial, también para tener una herramienta con qué trabajar.”Pero no me gustaba la mecánica, la estudié para tener algo seguro. Después entré en 1997 a Biología Marina porque siempre me gustaron los bosques, los animales, la vida bajo el mar. Dos años después entré a trabajar con el profesor Alejandro Buschmann, porque yo quería bucear y él era el único que me podía meter a bucear, a ver los intermareales, los bosques de Macrocystis”, recordó Luis.
“Mi vieja hace galletas”, contesta Luis cuando le preguntan por su madre. Es su forma de decir que ella es dueña de casa en Osorno y que nunca pasó por institución de educación superior alguna. Pero no obstante, tanto ella como su padre que fue vendedor, apoyaron ciegamente la opción del hijo. “Pese a que fue un momento complicado porque mi padre murió en el primer año de estudios, pero ambos siempre estuvieron muy orgullosos de su hijo, porque soy el primero que entra a la universidad. Y ahí opté a los beneficios que finalmente me permitieron seguir estudiando”, dijo.
En la actualidad, los tres profesionales se desempeñan como ayudantes de investigación en el Centro I-Mar de la Universidad de Los Lagos y pese a que ellos mismo aseguran que la exigencia es alta, el trabajo es difícil, hay que hacer sacrificios y soportar mucha presión, la pregunta que surge espontáneamente es ¿por qué quieren seguir en esto?
Luis lo tiene claro. “Siempre quise hacer un doctorado. Si entras a trabajar donde todos son doctores o ayudantes, no hay puntos medios. Por lo tanto, si quieres seguir trabajando en ciencias hay que hacer un postgrado y ser doctor. Uno acá tiene tiempo suficiente para darse cuenta si este trabajo te gusta, si eres capaz de soportar la presión y asumir un estilo de vida estresante, sin horario de trabajo, pero donde estás haciendo ciencia”, aseguró.
Pablo y Pamela agregan que la formación que le entregan los investigadores del Centro I-Mar ha sido clave. “El profe Daniel aparte de ser mi jefe me ha enseñado mucho de cómo se hace esto. Aparte de científico es un formador, es más, hubo un tiempo en que no pudimos seguir trabajando y yo lo único que quería era volver”, comentó Pamela.
Es así como Luis y Pamela que se adjudicaron la Beca Chile en el período 2009, partirán entre enero y marzo hacia sus estudios de doctorado. Luis se irá al programa Marine Life Science de la Universidad de Tasmania en Australia y Pamela al programa de Fisiología en Microalgas de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda.