Capítulo 5. Crónicas de Teletrabajo
Campus Pto Montt
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Ha renacido el tiempo…

Orlando Vidal Penna, escultor y profesor de Pedagogía en Artes Visuales.

Desperté con un “tengo hambre papi, desayunoooo”… Me levanto a paso cansino en dirección a la cocina, los estómagos pequeños no perdonan. Preparo un café, tuesto pan, sirvo leche y la TV me escupe algún programa infantil. Aún en pijama, la mañana se cuela por las ventanas y el olor a café inunda con su calidez todo, ¡por la cresta que me gusta el olor a café!

Bitácora del capitán: revisemos el correo, hoy capacitación a las 15 horas, bien, hay que organizarse. Platea es mi mejor amiga, a veces siento que he desarrollado un vínculo con ella o él. Le he instalado varios implantes, pero mis estudiantes no se han conectado, platea triste. Todo va transcurriendo, lento ¿pero importa? Las horas se han vuelto amables, el tiempo ha regresado, se paró en medio sin pedirle permiso a nadie, detrás apareció la calma. Un personaje que se fugó, fue el sueño… ese sí que se hizo humo, pero me devolvió las noches inefables, que se me habían olvidado. Volvió el tiempo que había perdido, se había perdido en múltiples … no tengo tiempo, se coló, se inmiscuyó, se incrustó, donde no lo llamaron.

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Escultura «La materia del tiempo», del artista Richard Serra.

 

Un mes en cuarentena

Sebastián Mancilla Tamayo, profesional Dirección de Acceso Equidad y Permanencia (DIAC) ULagos

Nunca voy a olvidar cuando nos reunimos en nuestra primera video conferencia. Era un día martes, nueve de la mañana. No voy a mentir, estaba contento de que nos hubieran enviado a casa por este tema del Coronavirus, que en ese momento no se entendía nada.

En la universidad recién habíamos terminado el proceso de matrículas. Fueron semanas agotadoras y ya nos estábamos preparando para la semana de bienvenida del estudiantado 2020, cuando nos dijeron que nos debíamos ir a casa. Pensé: “Fantástico, unos días para recuperar energías”. Sin embargo, en esa primera reunión virtual, cuando nos dijeron que esto iba para largo y que en el mejor de los casos estaríamos retornado en mayo, pensé “¡¿mayo?!”. Fue un balde de agua fría, una conexión a la realidad y la incertidumbre.

Luego de esa reunión, quise averiguar que era realmente esto del Coronavirus, me sobre informé. Veía matinales y noticias todo el día; leía información en redes sociales, y por supuesto, me traumé con la limpieza y todas las medidas que sugerían desde China hasta Kosovo, para evitar contagiarse.

Así, literalmente mi rutina diaria era limpiar 3 veces al día la casa. Desinfectar todo, bañar al perro y no dejar que la gata se asomara ni a la puerta. Por supuesto, NO saldría hasta que hubiera una vacuna, porque siempre he sido muy intenso con todo.

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A medida que iban pasando los días, las semanas y la situación empeoraba, no había claridad ni con el uso de la mascarilla, se decía que no las usen; que no sirven las de género, que sí sirven las de género; que vuelven las clases, que no vuelven; que paga el permiso de circulación, que no se paga…todo me generaba más estrés.

Tuve la suerte de poder canalizar toda esa energía en mi trabajo, cuando vimos el tremendo desafío que tenemos como DIAC, me enfoqué en mantener mi mente ocupada trabajando a full. Lo que importaba es que nuestras/os estudiantes necesitan contención y mi querida ULagos tenía un nuevo desafío, funcionar ONLINE. Todo lo que conocíamos había cambiado y no sólo para mí, sino para todas y todos. Fue un mes sin parar respondiendo inquietudes del estudiantado. Pensando en soluciones, un tiempo de largas reuniones.

Sucedió algo muy especial con todo esto, como somos un equipo grande, una parte está en Osorno y la otra en Puerto Montt. Así que esto nos sirvió para conocernos, acercarnos más y trabajar mucho más cohesionados. Así, todo esto me mantenía ocupado y no me di cuenta como pasó el primer mes de cuarentena.

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En este mismo mes me toco enfrentar la pérdida de un ser querido. Despedir a mi querida tia Molly fue muy difícil, todo muy rápido. Tuvimos la suerte de poder despedirla, pero solos. Sin amigos, sin familia, sólo nosotros y pude darme cuenta de la importancia de las relaciones humanas. Fue muy difícil no sentir el abrazo de un amigo, la caricia de un familiar, no poder tocarnos, no poder contenernos en un momento tan doloroso.

Un mes en cuarentena, un mes de teletrabajo. Han sido semanas extrañas refugiado en mi hogar, donde he pasado por todos los estados de ánimo el ?? puso en jaque y en pausa la vida, tal como la conocía. Extraño a mi familia, mis amig@s, mis colegas, mi vida. Pero me quedo con lo positivo de disfrutar lo simple, las locuras de mis mascotas; que mi madre y mi hermana me sobrealimenten; de darme cuenta que no puedo dar nada por sentado, que lo que a mí me parece obvio, para otros es un privilegio. De valorar el trabajo que realizan muchas mujeres y si digo mujeres, es porque son ellas las que “deben” llevar una casa, cuidar niños y ademas trabajar. Es increíble y esto debe cambiar, y entender que lavar los platos no es ayudar, es un trabajo en equipo. Yo me seguiré quedando en casa, esperando que esto pase. No creo que aprenda un nuevo idioma, que lea 10 libros o que termine con un cuerpo tonificado, lo que sí tengo claro es que voy a vivir mi vida como se me antoje.

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Publicado por: Paulina Ossa Magaña