Conversatorio abordó consecuencias de la suma del trabajo remunerado y no remunerado en las mujeres
Sede Santiago
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  • La académica de la Facultad de Medicina y la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, Dra. María Sol Anigstein, presentó la ponencia “Crisis de los cuidados y alimentación: Una conexión necesaria”, en el ciclo de charlas sobre política alimentaria organizadas por GEPA y el CEDER.

 

Este 6 de octubre, en el marco del ciclo de charlas organizadas por el Grupo de Estudios de Política Alimentaria (GEPA) y el CEDER de la Universidad de Los Lagos, la académica del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, Dra. María Sol Anigstein, presentó vía Zoom la ponencia “Crisis de los cuidados y alimentación: Una conexión necesaria”.

La doctora en Ciencias Sociales por la U. de Chile abrió su presentación afirmando que la política alimentaria “es uno de los temas que debiera estar en la discusión constituyente desde varias aristas”.

Tras ello, subrayó que en sus investigaciones ubica a la alimentación en el área del trabajo no remunerado o trabajo doméstico.

Uno de los elementos fundamentales que se plantea cuando se habla de la reproducción social es que está siempre o casi siempre instalada en los hogares, que es desde donde se van a articular y elaborar las estrategias alimentarias de las personas. Entonces, la reproducción social son esta serie de trabajos que tienen que ver con el mantenimiento del sostenimiento de la vida en un sentido amplio. Esos trabajos en la mayor parte del mundo son no remunerados (…) y los hacen mayoritariamente las mujeres”, sostuvo.

Asimismo, la investigadora dio a conocer algunas cifras publicadas por la Fundación Sol, entre ellas, puntualizó que en Chile las mujeres ocupadas trabajan en promedio 41 horas a la semana en tareas de trabajo no remunerado mientras que los hombres solo lo hacen 19,9 horas; además, aseguró que las mujeres en el ciclo de inicio de familia (con hijos/as de entre 0 y 6 años) dedican en promedio 70 horas semanales al trabajo no remunerado a diferencia de los hombres que solo dedican 31 horas.

En ese escenario, comentó que “en las últimas décadas ha habido un mayor ingreso de las mujeres al mundo laboral, pensado como trabajo remunerado, y sin embargo, no ha habido un reacomodo de las tareas domésticas o las tareas de la reproducción social”.

A ello, agregó que según datos de Comunidad Mujer, del total de horas de trabajo productivo, la mayor proporción corresponde al trabajo no remunerado (53%), que, además, es desarrollado mayoritariamente por mujeres (71,7%).

Doble presencia

De esta manera, recalcó, “esto genera la doble presencia (…) que es cuando una persona tiene que atender demandas simultaneas desde el ámbito del trabajo familiar-doméstico y desde el trabajo remunerado. Esta presión genera problemas de salud mental como estrés o depresión”.

Acotó que esto ha implicado, principalmente en las mujeres, “algo que llamamos vacío o crisis de los cuidados (…) que son estos cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida, no solamente la propia sino también la de sus familias”

La académica concluyó que “hay un esfuerzo de estas mujeres por modular estas condiciones materiales y por intentar que los hijos coman lo mejor posible a pesar de esto, incluso postergándose ellas en su propia alimentación y eso es sumamente grave. Esta modulación no logra cumplir con su objetivo: ellas alimentan a los hijos de una manera que no consideran satisfactoria, entonces les genera mucha culpa”.

Cabe destacar que la charla fue moderada por la directora del Proyecto Fondecyt Iniciación N°1180717 “La política de las políticas alimentarias”, del Grupo de Estudios de Política Alimentaria (GEPA) e investigadora del CEDER de la ULagos, Dra. Jael Goldsmith Weil.

La presentación de la Dra. María Sol Anigstein se puede revisar aquí.

Publicado por: Andrés Zanetti