Antropóloga Yayo Herrera: «Debemos distinguir una producción que nos acaricia, de una que nos aplasta»
Campus Pto Montt
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La antropóloga Yayo Herrera es enfática en apuntar a que la ciencia económica convencional tiene un planteamiento nefasto y dañino. “Solamente tiene valor económico aquello a lo que se le puede asignar un precio. Esto es un problema fundamental, porque hay que preguntarse cuánto vale la capa de ozono, cuál es el precio de la fotosíntesis o de la regulación del clima, que no tienen valor económico, aunque la economía intente ponerle un precio”, indicó.

Yayo Herrera es educadora social, antropóloga, ingeniera técnica agrícola y presidenta del Foro de Transiciones. Expuso la charla “Economía Ecológica: Hacia la consciencia de la vulnerabilidad y los límites”, en el contexto del Ciclo de Charlas: Paradigmas emergentes en tiempos de cambios, organizado por el programa ULagos Sustentable, la Dirección de Igualdad de Género y el electivo de formación integral “Sustentabilidad y Cambio Climático”.

La especialista fue coordinadora del Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental de la Fundación General Universidad Complutense de Madrid; coautora de más de una veintena de libros relacionados con la ecología social y es miembro de Ecologistas en Acción, organización de la que fue coordinadora confederal entre 2005 y 2014.

Yayo Herrera sostuvo que las variables estrictamente monetarias no pueden reparar las funciones ecosistémicas que se pueden haber deteriorado. “Desde el punto de vista de las necesidades, son vitales las funciones ecológicas de la naturaleza y no el valor de bolsa que tenga, por ejemplo, la capa de ozono”, puntualizó.

Plantea que deben revisarse algunas nociones económicas, por ejemplo el de producción, entendido como aquello que se hace en la esfera mercantil y que tiene como resultado el crecimiento económico. “Se mide en variables monetarias y tienes bastantes problemas, porque está desconectado de la materialidad de la tierra. Los recursos que usamos en cuanto a minerales por ejemplo, nunca más volverán a estar disponibles para el ser humano. Por otra parte, el PIB no contabiliza los productos, si no pasan por el mercado aunque generen autosatisfacción, como ocurre con los productos hortícolas. Otro problema es que la producción de armamento puede hacer crecer la economía, en la misma medida que los productos agrícolas, en términos monetarios. Pero no nos deja reflexionar en torno a la naturaleza de aquello que producimos. Si reflexionamos en torno a las necesidades humanas, en la producción de armamento, una bomba no satisface necesidades humanas, en cambio, con la producción de alimentos satisfacemos la vida. Entonces, se debe distinguir una producción que nos acaricia, de una que nos aplasta. Pero la economía no lo valora en relación con las necesidades humanas sino en relación con el crecimiento económico”, dijo.

Esta realidad, explica a juicio de Yayo Herrera, el mito del crecimiento. “En torno a esta reducción monetaria se construye el mito del crecimiento, en la convicción de que la economía crezca independientemente, de a qué costo está creciendo. El mito del crecimiento se ha inoculado en nuestra cultura, en nuestra forma de entender el mundo. Entonces la economía convencional hegemónica y capitalista, se ha transformado en una especia de mitología, porque la mayor parte de la gente hemos interiorizado una fe, una convicción de que más que agua, energía o vivienda, lo que necesitamos es dinero. Así, interiorizamos una lógica sacrificial, la idea de que todo merece ser sacrificado en pos de la economía”, enfatizó.

 

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Economía ecológica

Como alternativa a la economía tradicional, la especialista sostiene que la economía ecológica plantea que nuestra especie humana tiene dos importantes dependencias. Que somos ecodependientes, porque todo lo que necesitamos para nuestra existencia proviene de la naturaleza. Se trata de bienes de la naturaleza, de ciclos que no son creados, ni controlados por los seres humanos, por ejemplo el ciclo del agua.

Yayo Herrera enfatizó que la energía que generamos descansa en otros minerales que no han sido producidos por los seres humanos, porque existen en la corteza terrestre. Dependemos de los alimentos de la naturaleza y regulación del clima, procesos y ciclos que no son producidos, ni controlados por los seres humanos y que tienen sus límites. “La tierra tiene límites en lo conocido como no renovable, también hay límites en lo renovable. Si hablamos del agua, éste es un recurso renovable, pero se renueva a su propio ciclo. Cuando lo extraemos a una tasa mayor, a su tasa de renovabilidad, podemos encontrar que esa fuente de agua presente síntomas de agotamiento. También hay límites en los sumideros del planeta, en los procesos geofísicos que permiten que se degraden nuestros residuos y que son ciclos que funcionan a una determinada velocidad, entonces, aparece la contaminación cuando esa tasa supera a la velocidad de degradación. La economía hegemónica necesita crecer permanente, descansando en la extracción de la corteza terrestre, de las fuentes energéticas y generando residuos”, indicó.

Entonces, para la experta la dinámica expansiva en una superficie terrestre que tiene límites, nos coloca en una situación de crisis ecológica. Plantea que la economía y la política deben replantearse bajo el paradigma de la sostenibilidad de la vida.

Darnos cuenta que el planeta se sostiene solo, pero debemos pensar en cómo garantizar la sostenibilidad de la especie humana y otras, en este planeta. “Si todo el planeta pretendiera vivir como la media de una persona en España se requieren tres planetas, si se quisiera vivir como en Estados Unidos serían seis planetas”, ejemplificó.

La alternativa vendría unida a la necesidad de repensar nuestros metabolismos económicos, en la línea de utilizar menos energía y recursos naturales. “La economía se reducirá sí o sí, así que debemos comenzar a vivir de una forma radicalmente diferente. Aprender a vivir con lo suficiente, en aquellos lugares donde viven con más consumo material del que les correspondería, deben aprender a bajar su consumo. En los sitios donde viven con menos condiciones que las suficientes, deben vivir con más. Se debe pensar en qué es necesario producir, pero en un criterio acompañado del principio del reparto. Hablamos de recomponer economías y políticas, que pongan como centro la vida,  en las condiciones de vida dignas para todo el mundo”, sostuvo.

 

 

 

 

 

Publicado por: Paulina Ossa Magaña