Por Javier Agüero Águila
Académico del Centro de Formación Integral
Universidad de los Lagos
La reciente primera vuelta despeja muchas incógnitas, a mi modo de ver, respecto a la configuración sociopolítica del Chile por venir –la que se enmarca en un proceso de derechización global al que, es lo más probable, entraremos–. Sin duda son más, pero en esta breve columna solo daremos cuenta de una de ellas.
Se trata del fin de una era. Si bien Carolina Tohá pierde en primera vuelta, el asunto no solo va de esto. Su derrota –amplia y clara frente a Jeannette Jara– da cuenta del término de aquella Concertación de segunda generación que nunca alcanzó el poder, por más que lo buscaron intensa y repetidamente. Hablamos de Tohá, Lagos Weber, Guido Girardi, en fin. En este punto será justo decir que es un grupo que no desaparecerá de la contingencia pero que, y dada la potencia de la pérdida, no circulará sino como una suerte de descolorida oposición sin afán ni posibilidad de hegemonizar nada.
Lo mismo pasa con Evelyn Matthei y su apocalíptico quinto lugar. Este fracaso no es únicamente una nueva derrota de la candidata, sino que su sector, también, desaparece del mapa georreferencial de la política chilena pasando a ser, con suerte, una región de derecha subordinada a otra que, progresivamente, fue generando las condiciones de posibilidad para el triunfo de su relato y la consolidación de un imaginario en la mayor parte de la población chilena; esto es, sin más, el auge del paradigma securitario de la mano con el del crecimiento económico. La derecha radical es, ahora, quien se vuelve hegemónica en el sector.
Como sea, ya se trate de la centro-izquierda o de la centro-derecha, entramos en un nuevo ciclo que, es evidente, responde a la desaparición de dos sectores históricos que marcaron la política en Chile y la potencial consolidación de Juan Antonio Kast como el primer presidente de derecha “más allá de la derecha”, después de la dictadura –salvo que pasara algo muy excepcional, lo que nunca habría que descartar en política–.
Lo anterior no es simple especulación, son varios los que desde “Chile vamos” anuncian el fin de un proyecto que, se insiste, no es solo esto. Estructuralmente se trata de un tramo completo de la historia política del país que desaparece para dar paso, con el apoyo de ese mismo sector que se declara en extinción, a una derecha radical que ha sabido controlar, sumándose a la llamada “ola azul” que se extiende por todas partes, a toda la derecha post-Pinochet.
El punto, y es lo que nos tocará ver y vivir, es si la democracia –no solo la chilena sino a nivel global– realmente podrá sobrevivir a este tsunami de gobiernos autoritarios que, amparados en los procedimientos democráticos mismos, parecieran venir con la caja de herramientas dispuesta para transformar lo que hasta ahora hemos entendido por “democracia-liberal”.
Columna publicada en el diario La Estrella de Chiloé en su edición del 20 de noviembre de 2025.
Publicado por: Marcelo Águila Sandoval











