En una conversación realizada este viernes en radio El Conquistador Chiloé, el director de la Sede Chiloé de la Universidad de Los Lagos, Maximiliano Heeren Herrera, entregó una mirada amplia y reflexiva sobre los dos años de gestión institucional en el archipiélago. El balance, lejos de centrarse únicamente en cifras o actividades puntuales, puso en primer plano el rol público de la universidad como espacio de encuentro, discusión y desarrollo para las comunidades chilotas y de la región.
Desde su mirada, ¿cuál ha sido el balance de este 2025?
“Partimos el año con una admisión muy positiva para la sede y para toda la universidad. Luego, durante el primer semestre, tuvimos un desarrollo académico muy satisfactorio, con estudiantes participando en proyectos de investigación internos y externos en educación, salud e ingeniería. Además, realizamos varios seminarios en psicología y salud, y se comenzaron a gestar iniciativas de investigación para el segundo semestre y para 2026.
En docencia y vinculación con la comunidad tuvimos una gran fortaleza. Seminarios, congresos y encuentros abordaron temas claves para el archipiélago, como salud, educación, medioambiente y especialmente la problemática hídrica. En el encuentro sobre el agua, por ejemplo, participaron diversas voces de la comunidad, y nos dimos cuenta de que faltó tiempo para todas las preguntas. Eso reafirma que la universidad es un espacio crucial para problematizar temas socioambientales”.

¿Cuáles considera que fueron los principales hitos académicos y comunitarios logrados?
“Destacaría varios: primero, el trabajo de la carrera de Psicología con la comunidad de la Camilo Henríquez en Castro, que derivó en avances significativos y en un convenio con el municipio de Castro para fortalecer una presencia permanente de la universidad en el territorio.
Otro hito es nuestra participación como consejeros del SLEP Chiloé, donde somos la universidad pública presente en la toma de decisiones para el sistema local. También fue muy relevante el Congreso Nacional de Secretarias, que reunió a 200 participantes de todo el país y permitió visibilizar la Universidad de Los Lagos a nivel nacional.
En diciembre tuvimos una actividad importante en el marco de los 200 años y más, junto al Ministerio de Ciencia y Tecnología, lo que se relaciona con las políticas universitarias de apoyo a los pueblos originarios y otras iniciativas de la sede. Además, las actividades de género impulsadas por diversas carreras, los seminarios del área de educación y los encuentros de ingeniería con empresas del territorio fueron claves. Este año también inició la primera cohorte de Ingeniería Civil Industrial y se realizó un seminario portuario muy significativo para la carrera.
Y no puedo dejar de mencionar la participación de la universidad en FILSA, donde Chiloé tuvo un rol protagónico. Allí lanzamos el libro “Chiloé: Debates Insulares” y nuestra consejera superior, Rosabetty Muñoz, realizó actividades con estudiantes y escritores. Fue una presencia muy destacada”.
Consultado por su experiencia personal en estos dos años de dirección, el académico indicó que el rol ha sido “exigente, pero profundamente significativo”. Asegura que la confianza de las familias chilotas en la universidad continúa fortaleciéndose, y que ese vínculo es, precisamente, el motor que impulsa el trabajo institucional.

¿Se mantiene la confianza de las familias chilotas en la educación que entrega la ULagos?
“Sí, esa confianza se mantiene y con más fuerza. Hay mucho trabajo detrás, no solo mío, sino del equipo completo, que se despliega para comunicar y sostener todos nuestros procesos. Creo que nos hemos ido consolidando en formación, haciendo ajustes menores pero importantes a nivel institucional.
El gran desafío es seguir vinculándonos más con las comunidades del archipiélago. Hace poco estudiantes estuvieron en escuelas itinerantes en islas interiores, lo que es muy positivo, pero aún podemos hacer mucho más. También debemos reforzar la relación con Palena, un territorio estrechamente vinculado con Chiloé”.
Han pasado dos años desde que asumió como Director de la sede Chiloé ¿Cuál ha sido su principal aprendizaje en este rol?
“En lo personal, ha sido muy desafiante. El rol de director implica ser consciente de que cada decisión y cada palabra tributa en las familias chilotas. A esto se suma mi labor como docente en pregrado y postgrado, y el trabajo como investigador. Hace poco obtuvimos un proyecto competitivo a nivel país, donde solo 11 iniciativas fueron seleccionadas, y entre ellas está la nuestra, desarrollada íntegramente desde la Sede Chiloé.
Conciliar todo esto con la vida familiar también es un reto. Sigo trabajando como consultor UNESCO para América Latina y el Caribe, lo que implica viajes y trabajo internacional, pero es una labor que disfruto porque permite aportar a la región desde Chiloé. El desafío constante es equilibrar la agenda para seguir liderando procesos, mantener conversaciones con autoridades y comunidades, y crear espacios que permitan alojar las problemáticas del territorio. No vamos a solucionar todo, pero sí podemos ser un lugar donde se construyan vías de trabajo que ayuden a mitigar estas problemáticas”.
El director concluye señalando que la Universidad de Los Lagos sigue creciendo no solo en matrícula o infraestructura, sino sobre todo en la capacidad de generar espacios de reflexión, encuentro y construcción colectiva. “La universidad no resolverá todas las problemáticas del archipiélago”, afirmó, “pero sí puede ofrecer un lugar donde se discutan, se comprendan y se elaboren caminos para enfrentarlas en conjunto”.
Publicado por: Marcelo Águila Sandoval












